Deuteronomio 31:6: “Esforzaos y cobrad ánimo...”
Cuentan que el diablo sacó a la venta todas sus herramientas maléficas. Mientras los posibles compradores deambulaban mirando semejante colección de herramientas, consultaban sus diferentes precios.
Un comprador preguntó: -¿Y esto cuánto vale?
El diablo contestó: -Es la falta de perdón, y cuesta $ 200.
Otro comprador preguntó: -¿Y esto cuánto vale?
El diablo contestó: -Es el rencor, y vale $ 400.
Un tercero preguntó: -¿Y esto cuánto vale?
Y se contestó: -Es el enojo, y vale $ 250.
Al final del recorrido, un curioso comprador encontró una herramienta tan pero tan pequeña que era imposible casi de ver. Sin embargo, el precio rotulado era de $ 2.500.
-¡Qué barbaridad!- exclamó el hombre, volviéndose al diablo. -¿Y qué puede ser esto que valga tanto?
-Ah- dijo el diablo complacientemente- esa herramienta es el desánimo, y cuando todo lo demás falla, el desánimo nunca falla.
¡Y qué razón encontramos en esta sencilla ilustración! Somos capaces de luchar como fieras contra las ofensas, las dificultades, ser como lanzallamas encendidos ante los problemas...pero si caemos en el desánimo, ¿quién nos levanta con cucharita? Y al examinarnos nos damos cuenta de que quizás los problemas no sean tan grandes...lo que pasa es que nos hemos...”desinflado” por dentro y todo parece gigante, inalcanzable, imposible.
Todas las personas que te rodean necesitan una palabra de ánimo, ni al mas pintado le sobra una palabra de ánimo. Una sonrisa. Una palmada en la espalda. Un saludo. Un abrazo. A ese joven que anda mal en el colegio. La viuda que se siente tan sola. Ese niño difícil. Esa mujer de mal genio. Ese hombre sin trabajo. Dar ánimo a otro habla de desprendimiento, de generosidad, de vida espiritual. Y aunque te sientas aun desanimada, ¡dar ánimo a otro ciertamente va a darte ánimo! No puedes dar ánimo sin ser bendecido.
¡Te animo a que lo hagas!
Cuentan que el diablo sacó a la venta todas sus herramientas maléficas. Mientras los posibles compradores deambulaban mirando semejante colección de herramientas, consultaban sus diferentes precios.
Un comprador preguntó: -¿Y esto cuánto vale?
El diablo contestó: -Es la falta de perdón, y cuesta $ 200.
Otro comprador preguntó: -¿Y esto cuánto vale?
El diablo contestó: -Es el rencor, y vale $ 400.
Un tercero preguntó: -¿Y esto cuánto vale?
Y se contestó: -Es el enojo, y vale $ 250.
Al final del recorrido, un curioso comprador encontró una herramienta tan pero tan pequeña que era imposible casi de ver. Sin embargo, el precio rotulado era de $ 2.500.
-¡Qué barbaridad!- exclamó el hombre, volviéndose al diablo. -¿Y qué puede ser esto que valga tanto?
-Ah- dijo el diablo complacientemente- esa herramienta es el desánimo, y cuando todo lo demás falla, el desánimo nunca falla.
¡Y qué razón encontramos en esta sencilla ilustración! Somos capaces de luchar como fieras contra las ofensas, las dificultades, ser como lanzallamas encendidos ante los problemas...pero si caemos en el desánimo, ¿quién nos levanta con cucharita? Y al examinarnos nos damos cuenta de que quizás los problemas no sean tan grandes...lo que pasa es que nos hemos...”desinflado” por dentro y todo parece gigante, inalcanzable, imposible.
Todas las personas que te rodean necesitan una palabra de ánimo, ni al mas pintado le sobra una palabra de ánimo. Una sonrisa. Una palmada en la espalda. Un saludo. Un abrazo. A ese joven que anda mal en el colegio. La viuda que se siente tan sola. Ese niño difícil. Esa mujer de mal genio. Ese hombre sin trabajo. Dar ánimo a otro habla de desprendimiento, de generosidad, de vida espiritual. Y aunque te sientas aun desanimada, ¡dar ánimo a otro ciertamente va a darte ánimo! No puedes dar ánimo sin ser bendecido.
¡Te animo a que lo hagas!
Última edición por sarah el Dom Nov 14, 2010 12:25 am, editado 1 vez