Afirmo que Dios es todopoderoso, que él es para mí un Padre lleno de amor, cuyos cuidados nunca me faltan... y se me ve inquieto, turbado y a veces triste.
Declaro que el creyente no es de este mundo, que es un extranjero en la tierra... y me aferro a los bienes terrenales, busco mi bienestar o critico al gobierno;
Digo que espero al Señor, que él puede venir en cualquier momento... y hago miles de proyectos sin tener este evento en cuenta;
Doy gracias por la comida servida en la mesa y al instante me quejo del alimento que me dan;
Hablo de la felicidad de los creyentes... y estoy triste, y si a mi alrededor veo personas que no conocen a Jesucristo... y no les enseño el camino de la salvación:
Para nuestra verguenza,podríamos alargar la lista.
No basta reconocer nuestras contradicciones, hay que remediarlas.